Tras casi 500 kilómetros de carrera uniendo, en un ida y vuelta, el Hotel Llao-Llao con el Regimiento de Exploración de Montaña 4, en San Martín de los Andes, las tripulaciones candidatas a anotar sus nombre en el top 10 de la clasificación general consideraban haber superado con un buen promedio de precisión las 31 Pruebas Cronometradas que comprendieron la jornada.
Cuando a las 8 AM en punto, el presidente del Club de Automóviles Sport, Diego Gutierrez Eguía, daba la señal de partida flameando la bandera argentina delante del auto más antiguo de la caravana, el Zust de 1908 conducido por Daniel Van Lierde, la 28va edición de las 1000 Millas Sport se ponían en marcha.
Desde la explanada del Hotel Llao-Llao partieron con destino a San Martín de los Andes, 131 tripulaciones dispuestas a disfrutar del evento turístico-deportivo más importante de Sudamérica. Vale recordar que a través de la Federación Internacional de Autos Ancianos (FIVA), las 1000 Millas cuentan con el apoyo de la Unesco, organización que ha declarado al 2016 como el año del Patrimonio Mundial del Automóvil Clásico.
Con la pasión manifiesta de disfrutar sus vehículos de todas las épocas, recorriendo especialmente y por la mítica Ruta 40, los paisajes más maravillosos que brinda el Camino de los 7 Lagos, los participantes más expertos en estas competencias de regularidad, precisión y tiempos impuestos, también buscaron cumplir, con buenos promedios de paso las 31 Pruebas Cronometras, los 4 Controles Horarios y 3 Controles de Sellos que comprendieron la Etapa.
Más allá de las dificultades propias con las que fueron diseñadas, hubo dos (una en Los Girasoles del Limay y otra en la Costanera de San Marín de los Andes) que merecieron el comentario de los protagonistas por lo exigente: en pendiente la primera y cerrada en un curva de 90 grados.
Si bien brilló el sol, fuertes como frías ráfagas de viento, fueron otro desafío a sortear para los valientes binomios de los autos preguerra o descapotables. Para algunos, las adversidades mecánicas también hicieron mella. Fabián Taraborelli, el piloto en motos del Dakar, pudo continuar en carrera luego que -con un repuesto de un Ford Taunus- sus mecánicos improvisaran y reemplazaran el dañado platino de su Austin Healey Mk II. Quien no tuvo la misma fortuna de poder culminar con la exigencia fue Ricardo Licursi. Problemas prematuros con la temperatura, dejaron detenido su SS Stoir de 1939.
Como sucede en los últimos años, en el Regimiento de Caballería de Exploración de Montaña 4, se llevó a cabo el reagrupamiento del mediodía, con la siempre simpática recepción musical de la Fanfarria Militar El Hinojal y un sabroso asado.
En el retorno y antes de las últimas seis PC en Circuito Chico, Alejandro López, quien fuera tercero en 2015, reconocía que más allá de lo difícil, le había ido muy bien con su Delage DM6 1927.
En coincidencia, uno por el buen feeling y “pasos dignos dentro de mi nivel” y el otro, considerando haber hecho “buenos promedios”, los hermanos Federico y Lucas Arguelles, respectivamente cerraban la jornada con la satisfacción del deber cumplido a bordo de sus Bugatti Type 57 y Fiat 520 Bacquet.
Para Manuel Eliçabe, quien no competía desde mayo, su tarea estuvo dentro de la lógica aunque la Ferrari 166 Inter/195 (que ilustra el poster de esta edición) “es muy áspera e indómita”.
Alejandro Tait, en tanto, confesó que debe adaptarse –después de años de participar con Porsche 911, al Aston Martin International de 1932. Un preguerra, “que tiene sus mañas”. Igualmente considero como prolija su desempeño.
Con sólo un día de pruebas sobre el Austin Healey 100/6 de su navegante Rodolfo González, el salteño Fenando Noceti, dejó abierta sus esperanzas de un gran resultado asegurando que “sin haber tenido complicaciones, a la medianoche sabremos dónde estamos clasificados”.
Finalmente, el ya consagrado como quíntuple campeón argentino Sport Histórico, Daniel Erejomovich fue contundente: “Nos fue bien, como esperamos”. Considerando los antecedentes de este 2016 (6 victorias en 7 carreras y su podio internacional en la Nuvolari) y sus promedios de paso con un margen de error de tan sólo 2/100, es el gran candidato a inscribir nuevamente, como en 2011, su nombre en el Álbum de Oro. De todos modos, quedan dos etapas por delante y la confianza, como se ve, es generalizada.